lunes, 20 de julio de 2015

Las cartas que no le entregué (1)

¡Hola, T.!

¿Cómo te va en Barcelona? ¿Mucha diversión? ¡Supongo que sí! ¿Cómo sigues de la cabeza (de la quemada por la pintura, no de loca. Eso no se te quitará jamás. Lo sé… ja)? No. No te estoy stalkeando. Me apareció sin querer tu status en el Facebook. :p

¡En Veracruz el clima está delicioso! Nublado, con una llovizna riquísima y un fríito de esos que tanto nos gustaba de pretexto para estar juntas.

Estos últimos días se han ido demasiado rápido, no he tenido mucho tiempo para descansar. Te cuento: Mi mamá se enfermó, se le subió la presión y estuvo internada en el hospital. La primera noche aseguraba que se iba a morir y me hizo prometer que buscaría un buen hombre para casarme y tener hijos pronto. ¡Ya la conoces! Afortunadamente ya está mejor y en casa, aunque con pocos ánimos. A pesar de eso el fin de semana sacamos todos los arreglos navideños y nos pusimos a arreglar la casa. 

Este año le dio por llenar todo el jardín de luces y bueno, ahí nos veías trepadas en la escalera envolviendo con series de luces la palmera, el almendro y cuanta planta se atravesara en nuestro camino. Al final del día estábamos muy cansadas, pero valió la pena, porque de noche se ve genial. Eso sí, no faltó la serie que no encendía completa y tuvimos que ir probando foquito por foquito. Ese fue nuestro coco.

Además, toda la semana acompañé a mi papá a sus ensayos. Va a tocar en el Teatro del Estado junto a la sinfónica. Me gusta ir con él y ayudarlo en todo lo que pueda. Además, es divertido verlo regañar a los demás y me siento orgullosa por el respeto que todos le tienen. Los ensayos son extenuantes, eso sí. Regresamos a casa muy tarde en la noche, cansados pero contentos.

¡Ah!… ¿Qué crees? Los fantasmas de la casa se han ido. Ya no me buscan más por las noches. Aunque hoy ocurrió algo muy raro. En el patio de atrás, entre las ramas de un árbol, apareció un huevo. ¡Sí, un huevo! Blanco, de gallina. No estaba en un nido ni acomodado de manera que algún animal lo hubiera puesto ahí, sino que estaba colocado intencionalmente entre dos ramas. Lo iba a quitar pero mi mamá me ordenó a gritos que no lo tocara. Según ella eso es brujería. Sabe.

Así son mis días últimamente. Monótonos, extraños, alegres y sobre todo tristes cuando me acuerdo que ya nunca más estarás junto a mí. Me gusta estar en Veracruz. Mis papás me hacen sentir tranquila y segura. Pero también extraño el DF y no veo la hora de regresar.


Te amo,

V.T.

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