lunes, 29 de julio de 2013

Coleccionista de calzones

Miguel es único por miles de pequeñas cosas... su personalidad, por supuesto, pero también porque es coleccionista de calzones.
Miguel colecciona calzones de las mujeres con las que se ha acostado desde que era un adolescente. Su primer calzón se lo regaló una vecina con un "para que no me olvides". Él no lo pidió. Ni siquiera se le había ocurrido conservarlo, pero ese calzón fue para él un inesperado trofeo que presumió a todos sus amigos del colegio.
Cuando ya todos conocían el trofeo tuvo la necesidad de conseguir un premio más y a la siguiente amante le pidió el calzón para no olvidarla. Con el tiempo logró una impresionante colección de prendas íntimas de diversas formas y colores que hoy presume con fingida modestia a conocidos y extraños.
Cada calzón está metido en una bolsa de nylon transparente clasificado con una etiqueta que contiene las iniciales de la dueña y la fecha en que llegó a su colección. Las bolsas están organizadas por orden cronológico dentro de unas cajas de archivo muerto que por fuera indican el periodo que contienen.
Pero quizá no sea tan importante la colección completa como la historia que tiene cada uno de esos calzones. Miguel es capaz de narrarte cada detalle de la dueña del calzón y de cómo fue que consiguió quedarse con él.
Por lo general Miguel tiene la estrategia de quitarle los calzones a la amante en turno para poder esconderlo rápidamente, pero si no lo consigue pasa todo el tiempo pendiente de donde ha quedado el calzón para esconderlo en la primera oportunidad que se le presente.
A veces ha esperado a que su acompañante se quede dormida para buscar su preciado tesoro y esconderlo donde nadie lo encontraría. Al día siguiente es capaz de voltear la casa completa para "ayudar" a buscar el calzón perdido hasta que la dueña se da por vencida con un "si lo encuentras me lo guardas, por favor."
Algunas mujeres que conocen su fama de coleccionista empezaron a usar modelos más elegantes y costosos por si algún día se pasan de copas y terminan en la cama de Miguel y algunas más descaradas le han dicho "Guárdalo... para tu colección".
Las historias íntimas de cómo consiguió cada calzón te las puede contar Miguel. Algunas son para morir de risa, otras son un poco subidas de tono, pero él siempre consigue narrarlas sin una sola vulgaridad, como si estuviera en una iglesia.

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